Mi primer contacto con la música fue en casa cuando era un niño. Mi abuelo Roberto Almeida me enseño a tocar mis primeros acordes y ritmos con un viejo timple.
A los seis años mi madre me matriculó en una escuela de folclore del cabildo que había cerca de casa. Allí seguí estudiando timple con un profesor llamado Enrique Gómez.
Pasado algún tiempo decidí que también quería aprender a tocar la guitarra y empecé a recibir clases.
En la escuela había una especie de premio al final de cada curso para el alumno que sacaba la mejor nota con su instrumento, el premio era no pagar la matrícula del curso siguiente, en poco tiempo me aprendí todo el repertorio de canciones que formaban el método de la escuela. Recuerdo con alegría que estuve varios años sin tener que pagar. En mi última etapa en la escuela colaboré con los profesores impartiendo clases a los alumnos que estaban empezando.
Actué con la agrupación folclórica de la escuela, tocando la guitarra y el timple en varias fiestas patronales.
Al finalizar en la escuela actué dos veces en el teatro del antiguo CIC con un cuarteto de guitarra interpretando piezas clásicas.